CÓMO LOGRAR UN SUEÑO REPARADOR

 HÁBITOS EFECTIVOS PARA CONCILIAR UN SUEÑO DE CALIDAD ININTERRUMPIDO

Mujer en estado de sueño profundo reparador

Tu guía definitiva para un sueño reparador. Combate el cansancio crónico y optimiza tu recuperación nocturna. ¡Despierta renovado cada día!


¿Estás cansado incluso después de haber dormido toda la noche? ¿Pasas tiempo en la cama despierto y luego te levantas sin la energía suficiente para enfrentar tu día? Un sueño profundo y reparador es esencial para tu bienestar físico y emocional.

En este artículo, revelaremos estrategias y métodos efectivos para cambiar tus hábitos nocturnos, garantizando un descanso óptimo, continuo e ininterrumpido que te permita levantarte renovado, lleno de energía y vitalidad. Despídete del insomnio y recibe cada mañana con una sonrisa.

 

Beneficios de un sueño reparador.

Un sueño reparador en la noche es imprescindible para el equilibrio organísmico, también conocido como “homeostasis”. Entre sus beneficios, no sólo nos ayuda a optimizar nuestro estado de ánimo y a descansar la mente y el cuerpo, sino que, desde un punto de vista integral, permite protegernos contra las enfermedades, regulando nuestras funciones vitales como el sistema circulatorio, cardíaco, respiratorio, intestinal, endocrino, etc. Es decir, el proceso de dormir no es para nada pasivo; por más que el cuerpo esté en letargo, el cerebro sigue trabajando para afianzar lo aprendido sin distracciones externas. Es como cuando ponemos nuestra computadora en estado de “stand byosuspensión”: sus procesos primarios están desactivados bajando así su consumo de energía pero los secundarios siguen procesando la información en off, preservando todos sus datos para reanudar inmediatamente su funcionamiento cuando sea necesario desactivar su pausa. En el caso humano, el cerebro es mucho más complejo. Durante la fase de sueño, fragmenta su memoria  e información, organizándolos por orden y categorías, corrigiendo errores y procesando todas sus funciones fisiológicas para sanarse a sí mismo durante los ciclos de sueño.

 

Ciclos del sueño.

Un sueño reparador requiere esencialmente de calidad de horas de sueño, no así tanto de cantidad, para que el organismo pueda funcionar bien luego de descansar profundamente y recuperarse durante la noche.

Cuando uno duerme bien, renueva su energía vital. Pero para lograr un sueño reparador,  nuestro organismo debe pasar por todos los estados de sueño.

El sueño tiene varios estados o ciclos, entre ellos, están principalmente el NREM y el REM. Ambos, son el sustento de un sueño reparador para el bienestar general.

 

La Etapa NREM

El NREM o “No Rapid Eye Movement” significa “Sin Movimiento Rápido de Ojos” y constituye el 75% del tiempo total de sueño. Es el período en el cual se desarrolla el sueño más profundo en las personas sin movimiento ocular. Este ciclo es esencial para la renovación física y celular. Se puede comparar con el modo de “hibernación” de una computadora cuando se apaga por tiempo prolongado, su nivel de uso de energía decrece, sus funciones primarias se reducen y tarda más en reactivarlas que en la etapa REM luego de su estado de hibernación.

En esta etapa se liberan las hormonas en la sangre y se refuerza la memoria durante la noche. A su vez, el NREM consta de tres fases:

N1 o Pre-Sueño: momento en el cual tenemos el sueño más liviano; los músculos se relajan, la temperatura corporal disminuye y estamos entre dormidos y despiertos. 

N2 o Sueño Ligero: lapso de inicio hacia el sueño profundo y pérdida de consciencia.

N3 o Sueño de Onda Lenta: sueño logrado en profundidad, en el que el cerebro produce ondas lentas y amplias que disminuyen el ritmo respiratorio e imposibilitan el despertar de la consciencia. En esta fase, además de soñar, uno puede hablar durante el sueño o caminar dormido.

 

Etapa REM

El REM, con sus siglas en inglés: “Rapid Eye Movement”, significada en español “Movimiento Rápido de Ojos”. Esta etapa de movimiento ocular se caracteriza por una intensa actividad cerebral en la que se producen los sueños vívidos, motivo por el cual el cerebro aumenta su actividad. Este ciclo es fundamental para consolidar la memoria y procesar las emociones.

Con la edad, podemos tener la percepción de que soñamos menos pero, en realidad, es que existen menos chances de que sucedan los sueños vívidos debido a factores biológicos como la vejez, enfermedades, dolor crónico, o estilos de vida poco saludables. La fase REM puede disminuir con la edad pero el cerebro continúa soñando. No quiere decir necesariamente que soñamos menos, sino que cambia la forma en que el cerebro procesa el sueño.

El REM comienza tres horas después de conciliar el sueño. El cuerpo permanece relajado mientras que el cerebro está activo, y lo hace progresivamente hasta percibir la luz y despertarse.  Este ciclo se puede comparar con el modo “activo” de una computadora en el que su nivel de actividad es alto y sus funciones están activadas pero de modo relajado, similar a la vigilia. Esta analogía sólo es una ayuda para la comprensión, no hay proceso tan complejo como el del cerebro humano y sus funciones fisiológicas.

Asimismo, el NREM relaja y el REM estimula. Ambas etapas se reproducen alrededor de cinco veces durante la noche y se complementan mutuamente, colaboran entre sí para restaurar el organismo, permitir sanarse a sí mismo, procesar toda la información del día anterior y reconfigurarse reestableciendo su armonía.

Es frecuente en los adultos despertarse una o dos veces durante la noche debido a factores externos, como ruidos, luz en el ambiente, y a factores internos como preocupaciones, ansiedad o estrés; éstos son los llamados “micro despertares”. En adultos mayores, suelen incrementarse ampliamente. Estas micro-interrupciones leves en la transición del sueño suelen ser inconscientes y es lo que provoca cansancio al despertarse durante la mañana afectando la calidad del sueño.  Por eso la importancia de un descanso profundo para reestablecer nuestras funciones vitales.

 

¿Qué podemos hacer para reducir interrupciones y mejorar nuestra calidad de sueño?


Hábitos efectivos para promover un sueño de calidad:

 

 Dormir entre 7 y 9 horas en adultos y adultos mayores, aunque éstos últimos normalmente suelen despertarse de forma frecuente durante la noche debido a varios factores biológicos de la edad y estilo de vida. A avanzada edad, se produce menor cantidad de “melatonina”, la hormona del sueño, y esto influye notablemente en el sueño. Además, a mayor edad se tiene mayor necesidad de orinar durante la noche por alteraciones en el sistema urinario propios de la vejez, a esto se le llama “nicturia”. De todas formas, los trastornos de sueño crónicos o significativos, sin importar la edad, pueden ser indicativos de un problema de salud subyacente. En estos casos, se recomienda atención médica profesional. Por otro lado, en niños, se recomienda un lapso de descanso nocturno de entre 9-10 horas.

 Establecer un horario habitual de sueño para que el organismo se acostumbre y sepa cuándo descansar y cuándo levantarse. Acostarse y levantarse siempre a la misma hora, incluyendo los fines de semana. Esto regula el reloj biológico interno llamado “ritmo circadiano” y maximiza la calidad del sueño. Su constancia, hace que este hábito permita, de forma natural, despertar al cerebro siempre a la misma hora, sin necesidad de alarmas. Con el avance de la edad, el reloj interno se adelanta, haciendo que los adultos mayores sientan mayor cansancio antes de lo normal así como despertarse mucho más temprano.

 Evitar siestas. Si realmente el cuerpo necesita descansar durante el día, es preferible que sean siestas muy cortas, de entre 20 y 30 minutos durante la tarde. Prolongarlo perjudicaría el ciclo de sueño nocturno.

 Usar la cama únicamente para dormir es una estrategia respaldada científicamente para la higiene del sueño. Su importancia radica en la asociación mental que le damos al acto de dormir y al espacio de la cama. El cerebro es entrenado para asociar la acción (dormir) y el lugar (cama) sólo para un fin, descansar, de modo que estimula una mayor conciliación del sueño. A esto se lo llama “control de estímulos”. La cama es el estímulo condicionado para el sueño. Cualquier otra actividad como comer, estudiar, leer o trabajar en la cama produce indigestión, desregulación del reloj circadiano y dificultades en el descanso porque el cerebro lo tomará como una actividad que necesita sus funciones en alerta.

 No consumir estimulantes como la cafeína, alcohol o nicotina después del mediodía y/o antes de acostarse. Sus efectos de estado de alerta o vigilia pueden prolongarse por horas y fragmentan el sueño, sobre todo en el ciclo REM.

 

 Cenar liviano, con alimentos fáciles de digerir. Evitar picantes, demasiada azúcar o cualquier exceso en las comidas. Dejar pasar entre 2 -3 horas entre la cena y la hora de dormir. De lo contrario, podremos dificultar el sueño y tener pesadillas.

 

 Si se sufre denicturnia o necesidad frecuenta de orinar durante la noche, sobre todo en adultos mayores, limitar la ingesta de líquidos a las pocas horas antes de dormir. 

 Exponerse a la luz solar durante el día. Estar al aire libre en la luz natural mejora el funcionamiento de nuestro reloj circadiano.

 No hacer ejercicio físico intenso momentos previos antes de acostarse; sobre todo hasta 4 horas antes de dormir.

 Desconectarse de toda tecnología. Evitar aparatos eléctricos enchufados cerca de la cama. La luz azul de los dispositivos electrónicos suprimen la producción de “melatonina”, la hormona del sueño, lo que impide un buen descanso.

 Dormir en plena oscuridad. Eliminar toda fuente de luz de la habitación a través de persianas opacas o cortinas. Una pequeña luz que percibamos podrá confundir al cerebro de que es de día y estará en estado de alerta. Utilizar una máscara para para los ojos si es necesario. La melatonina sólo se activa cuando hay un entorno oscuro y sereno.

 Crear un ambiente propicio para el sueño. Dormir en un ambiente tranquilo sin ruidos externos, colchón confortable y una temperatura agradable mejora los trastornos de sueño considerablemente. De ser necesario, ponerse tapones en los oídos.

 No pre-ocuparse. Si tienes ansiedad porque hay algo que te preocupa, angustia o estresa, escríbelo en papel o en una agenda antes de acostarte y sácalo de tu mente. Esto ayuda a “vaciar” el cerebro de basura mental. A esto se le llama “escritura expresiva” o “journaling” (en inglés), y es sumamente efectivo incluso para adultos mayores. La neurosciencia afirma que funciona como un mecanismo de “descarga  cognitiva”, reduce la rumiación mental o la repetición de patrones de pensamiento negativo. Además, tiene como beneficio la disminución de la frecuencia cardíaca, regula las emociones y mejora la calidad del sueño. Al externalizar las cargas mentales disminuye el Sistema Nervioso Simpático (SNS), el cual es el responsable de alertar al cuerpo ante situaciones de estrés o peligro.

 En caso de no poder conciliar el sueño o tener insomnio, levantarse para hacer una actividad fuera de la cama como leer un libro físico (no en una pantalla de celular o PC), tomar leche o agua, darse una ducha caliente o hacer ejercicios de respiración por varios minutos para relajar los músculos y equilibrar el organismo. Luego, al sentir cansancio, ir a la cama nuevamente para dormir. De ser necesario, repetir el procedimiento.

En caso de insomnio crónico, se recomienda buscar ayuda de un profesional para mejorar la calidad del sueño. En estos casos, la Terapia Conductivo-Conductual es muy efectiva.

 


Estrategias para lograr un sueño profundo reparador.

 

Crear rutinas antes de acostarse que se adecúen a tus necesidades físicas y emocionales es la mejor estrategia para mejorar la calidad del sueño. Investigaciones científicas afirman que establecer un horario de rutina de 30 minutos o más prepara al cuerpo para el sueño reparador y evita el insomnio y otros trastornos del sueño.

Previo a irse a dormir, hacerse de rutinas relajantes de forma constante todos los días como, por ejemplo:

 

Atención Plena o Mindfulness:

Centrar la atención de la mente en el momento presente del Aquí y Ahora, sin juicios ni críticas a los pensamientos que surgen. Junto con la respiración y  la aceptación de que “ahora es todo lo que existe”, sin adelantarse al futuro, se relaja el cerebro y predispone a un descanso reparador.

 

Meditación:

El ejercicio de la meditación reduce los “micro despertares” durante la noche, disminuye el estrés, aumenta la capacidad de atención y concentración, regula las emociones, estimula la memoria y el aprendizaje, reduce la depresión, entre otros beneficios. Además, mejora la capacidad cognitiva, sobre todo en adultos mayores.

 

Aquí verás cómo aprender a meditar de forma simple para combatir los trastornos de sueño y el estrés: Cómo meditar para combatir el estrés.

 

Respiración Profunda:

Promover la relajación activando el Sistema Nervioso Parasimpático (SMP), responsable de relajar el cerebro, mediante la práctica de la respiración consciente: respirar de forma lenta, profunda y desde el diafragma. Repetir por varios minutos antes de dormir, hasta sentir que tus músculos se aflojan y tu cuerpo se aliviana.

 

Relajación Progresiva Muscular:

Ante el estrés y la ansiedad, la ciencia recomienda tensar los músculos y luego relajarlos progresivamente. Así se liberan y descontracturan las tensiones físicas. Contraer y aflojar por varios minutos los músculos, sobre todo de la espalda, hombros, el cuello y la cintura, que suelen ser los más perjudicados por el estrés.


En definitiva, el uso de cualquiera de estas estrategias de forma consistente te ayudará a crear hábitos saludables para lograr el buen descanso que tanto te mereces.

 

 

El Sueño Reparador estimula la Inteligencia Emocional.

 

La neurociencia ha demostrado una estrecha relación entre el sueño reparador y la inteligencia emocional al permitir regular las emociones y lograr que el cerebro funcione satisfactoriamente.

Muchas áreas del cerebro se ven comprometidas si se altera aun parcialmente su descanso neuronal. La privación del sueño puede provocar muchos inconvenientes en el cuerpo y la mente por igual, como por ejemplo:

 

Estrés:

Aumenta el desarrollo de “cortisol” u hormona del estrés, causando reacciones impulsivas, como la ira, evitando el equilibrio emocional y dificultando nuestras actividades diarias.

 

Emociones:

Si se priva al cerebro del sueño, la “amígdala”, órgano responsable de procesar las emociones, se priva también de su correcto funcionamiento. Además de restringir la corteza pre-frontal del cerebro, responsable del buen razonamiento y de las emociones.

 

Cognición:

Reduce la “empatía” o capacidad para interpretar emociones en los demás, afectando la comunicación interpersonal y la construcción de relaciones sociales saludables.          

 

Memoria:

La insuficiencia de sueño afecta la memoria en su procesamiento de la información.

Como consecuencia, impide la auto-consciencia de nuestras propias emociones, sin poder reconocer qué nos sucede internamente ni por qué.

 

Las personas con un alto nivel de inteligencia emocional (IE) tienen la habilidad de procesar sus emociones sanamente, identificarlas y gestionarlas correctamente. Saben auto-analizarse, reflexionar y re-estructurar cognitivamente a través de hábitos saludables para lidiar con situaciones estresantes.

 

La IE enseña a poner límites  saludables en todas circunstancias de la vida para mantener el bienestar emocional. La auto-compasión, la auto-consciencia, la reducción de la auto-exigencia y del perfeccionismo, son prácticas inteligentes para adoptar una actitud sana hacia uno mismo. Esto favorece el sueño para renovar las funciones cognitivas y fisiológicas del organismo.

 

La capacidad de gestionar nuestras emociones debe ser desarrollada y nutrida diariamente como un hábito saludable para comprenderse a uno mismo y a los demás.

 

“Una mayor calidad de sueño equivale a una mejor calidad de vida”.

 

¿Listo para transformar tus noches? Empieza hoy mismo aplicando estos hábitos y estrategias de sueño profundo reparador y comienza tus mañanas llenas de energía.

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Fuentes Bibliográficas:


www.vivatacademia.net

www.lifespan.io

journal.embnet.org

www.naturesbest.co.uk

www.scielo.br

https://www.nhlbi.nih.gov

https://sleepeducation.org

Greeson, J. M., et al. (2019). The effects of mindfulness-based interventions on sleep quality: A systematic review and meta-analysis. Mindfulness, 10(6), 1109-1126.

Morin, C. M., et al. (1999). Behavioral and pharmacological treatments for insomnia: A meta-analysis. Journal of the American Medical Association, 281(19), 1779-1788.

Palmer, C. A., et al. (2020). Sleep and emotion regulation: An fMRI study. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 15(3), 329-338.

Neff, K. D. (2003). Self-compassion: An alternative conceptualization of a healthy attitude toward oneself. Self and Identity, 2(2), 85-101.6 (Relacionado con la reducción del estrés y la ansiedad, lo que indirectamente favorece el sueño).





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